Es algo que no podemos evitar, de la misma forma que es algo que a lo largo de nuestra vida nos va a llegar, por lo tanto es recomendable tener la adecuada preparación y también la adecuada conciencia para saber cómo afrontarlos.
Lo que llamamos coloquialmente «malos momentos» pueden ser magníficos momentos de reflexión, de autoconocimiento, de mirada a nuestro yo interior… y todo esto nos va a ayudar a tomar consciencia de nuestras emociones, de valorar lo que es importante priorizando lo que es importante de lo que no lo es tanto.
Te propongo algunas preguntas que he realizado en alguna sesión de coaching personal, en sesiones donde el cliente expresaba momentos de tristeza (sin ser depresión) y donde se tenía la necesidad de saber respuestas (que evidentemente estaban en su mismo interior y no en mis consejos, aunque aquí, me permito dar algunos).
Qué hay de positivo (por mínimo que sea) en lo que me está pasando.
Cuando se hace esta pregunta a quien está sumido en la tristeza, la primera respuesta seguramente es una del tipo «nada, no hay nada positivo, estoy mal y esto me hace sentir fatal todos los días…»
Pues aún así, hay que insistir o si lo haces en soledad, insistirse en ver LO QUE SEA que pueda ser positivo en esta situación. Quizá sea precisamente estos momentos de soledad que te hacen repensarte, reflexionar por los motivos que te han hecho llegar a esta tristeza o esta ansiedad. Quizá aprendas a quererte un poquito más y valorar que este reencuentro contigo es algo que el propio Destino te está regalando. De hecho es en momentos más tristes cuando más se piensa en uno mismo, de la misma forma que es en los momentos alegres cuando menos se hace pues todos nuestros sentidos están enfocados en disfrutar.
Algo hay seguro que podemos agradecer y te recomiendo que las escribas, por pequeñas que sean, por poco importantes que puedan parecerte (por ejemplo, una charla con una amiga o un familiar que notas que te esta presentando atención, un capricho que te concedes que te hacía ilusión y ahora piensas que te lo mereces…).
Qué puede hacer para que esto que me está pasando, no me afecte (o no mucho).
Si, así es. Seguro que cuando hemos sufrido el shock inicial es complicado ver luz como seguro que en unos días, cuando estamos con más serenidad podemos pensar en actuaciones que puedan beneficiarnos. En este momento tienes que buscar el motivo que sirva para colaborar positivamente en este proceso de transformación que estás atravesando. Ten muy presente que si te resistes, este mal momento quedará anclado y si empiezas a aceptarlo, es cuando te beneficiaras de una transformación que te hará cambiar tu visión de muchas cosas.
Por otro lado, pensar constantemente en la fuente del dolor es bastante desaconsejable, pero sabiendo que es IMPOSIBLE evitar esos pensamientos, lo que puedes hacer es permitirte pensar voluntariamente en ellos durante cuánto tiempo ¿quince minutos, media hora, una hora….? lo que decidas y una vez pasado este tiempo, SE ACABÓ porque tienes previsto una actividad que te va a llenar más o que necesitas hacer (ir a la compra, dar un paseo, escuchar música que te levante el ánimo… tu decides).
Qué enseñanza extraes, qué cosas buenas podrían pasarte a partir de ahora. Qué momentos malos o situaciones malas han pasado por tu vida y cómo las has superado, qué ha pasado después.
Qué puedes descubrir a partir de ahora.
Qué te dices a ti mismo (siempre en positivo) de tu actitud ante estos momentos malos, qué estás descubriendo en ti, qué fortalezas estás poniendo en tu vida para sostenerte y más que eso, para buscar cómo superarlo. Qué cualidades tienes para tirar hacia adelante y aprovecharte del aprendizaje de vida que estás teniendo.
Créeme que los MOMENTOS MALOS son fuente de crecimiento personal, de mirar hacia nuestro interior. Precisamente en los peores momentos en donde nacen las grandes personas, las personas humildes, entregadas, de buen corazón. Ojalá esto pudiera pasar cuando estamos llenos de felicidad y alegría, podría pasar, pero es mucho más difícil. Es en los silencios del tristeza cuando nos conocemos mejor.
Cómo te visualizas una vez superes esta situación (que pasará y que como mínimo aprenderás a vivir con ella). ¿Te gustas una vez esté superado?
Cómo puedo quererme mientras lo paso mal.
Mientras estoy en esta situación, qué puede hacer que me guste, que me satisfaga, que me haga sentirme bien conmigo. Cómo me doy cariño, cómo me consiento, me cuido, me mimo.
Con qué acciones, actividades, lecturas, cine… voy a sentirme mejor. Qué me apetece hacer que me «conecte» conmigo, que me haga sentir que me hago caso. ¿Cuántas veces te has hecho caso en este tiempo de atrás?
Si quieres leer algo más sobre esto, te recomiendo leas «Permítete un mal día»
Te recomiendo la lectura de estas bellísimas palabras del Papa Francisco, que tan bien pueden encajar en esos momentos malos como en los momentos en los que nos sentimos mejor.
«Puedes tener defectos, estar ansioso y vivir enojado a veces, pero no olvides que tu vida es la empresa más grande del mundo. Sólo tú puedes evitar que se vaya cuesta abajo. Muchos te aprecian, admiran y aman. si repensabas que ser feliz es no tener un cielo sin tormenta, un camino sin accidentes, trabajar sin cansancio, relaciones sin desengaños, estabas equivocado.
Ser feliz no es sólo disfrutar de la sonrisa, sino también reflexionar sobre la tristeza.
No sólo es celebrar los éxitos, sino aprender lecciones de los fracasos.
No es sólo sentirse feliz con los aplausos, sino ser feliz en el anonimato.
La vida vale la pena vivirla, a pesar de todos los desafíos, malentendidos, periodos de crisis. Ser feliz no es un destino del destino, sino un logro para quien logra viajar dentro de sí mismo. Ser feliz es dejar de sentirse víctima de los problemas y convertirse en el autor de la propia historia, atraviesas desiertos fuera de ti, pero logras encontrar un oasis en el fondo de vuestra alma.
Ser feliz es dar gracias por cada mañana, por el milagro de la vida. Ser feliz es no tener miedo de tus propios sentimientos. Es saber hablar de ti. Es tener el coraje de escuchar un «no». Es sentirse seguro al recibir una crítica, aunque sea injusta. Es besar a los niños, mimar a los padres, vivir momentos poéticos con los amigos, incluso cuando nos lastiman.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura que vive en cada uno de nosotros, libre, feliz y sencilla. Es tener la madurez para poder decir: «Me equivoqué». Es tener el valor de decir: «perdón». Significa tener la sensibilidad para decir: «Te necesito». Significa tener la capacidad de decir «te amo».
Que tu vida se convierta en un jardín de oportunidades para ser feliz …
Que tu primavera sea amante de la alegría. Que seas un amante de la sabiduría en tus inviernos.
Y cuando te equivoques, empieza de nuevo desde el principio. Sólo entonces te apasionará la vida. Descubrirás que ser feliz no es tener una vida perfecta.
Pero el uso de las lágrimas es para regar la tolerancia. Utiliza las pérdidas para entrenar la paciencia. Usa errores para esculpir la serenidad. Usa el dolor para pulir el placer. Usa obstáculos para abrir ventanas de inteligencia.
Nunca te rindas … Nunca te rindas con las personas que te aman. Nunca renuncies a la felicidad, porque la vida es un espectáculo increíble ”.
(Papa Francisco).
