Las trampas de la mente

 

¿Cuántas veces te sorprendes auto-engañándote ?

Nuestra mente tiende a engañarnos y también, a darnos una forma rápida de actuar que satisfaga nuestro deseo de saber qué hacer, ante determinados hechos que tenemos en nuestro día a día.

Podríamos decir, en forma muy coloquial, que nuestro cerebro es muy cómodo, que le gusta trabajar poco para ahorrarse esfuerzos que considera innecesarios, por lo que con una mínima cantidad de información ya nos quiere ofrecer la respuesta que supuestamente necesitamos y que en la mayoría de los casos damos por válida. Esta postura tan reduccionista de la información nos lleva, en más de una ocasión, a actuar de forma equivocada, que puede provocar una determinada decisión y que esta pueda afectar a nuestro estado emocional.

Con qué trampas te pretende engañar la mente (*)

Generalizar

Cuando generalizas, estás polarizando la información (blanco o negro, éxito o fracaso). Aquí es cuando dices los clásicos “siempre”, “nunca”, “todo”, “nada”. Puedes poner como ejemplo las frases del tipo “siempre me pasa igual”, “Al final hemos hecho esto para nada…”

Esta forma de hablarte reduce posibilidades, pues el siempre seguro que no es siempre así, como el nunca, tampoco será tan nunca en todos los casos. 

A modo de reflexión, puedes hacerte preguntas del tipo

  • “¿siempre siempre, sin excepción nos pasa lo mismo?”  
  • “¿nunca nunca, en ninguna ocasión ha sucedido como tu querías…?  

Etiquetar

Tu cerebro, es tan comodón, que en cuanto ve una conducta repetida unas cuantas veces, ya asocia a que tal persona o tal situación va a desembocar en tal desenlace, así sin más. “Los inmigrantes son tal… los hombres son tal… las mujeres son tal…”. Etiquetando, te evitas una mayor reflexión, simplificas la información y de esta forma, en seguida, elaboras el concepto. 

Pregúntate el por qué de las etiquetas que seguro tienes, qué otras opciones podría haber ante esas situaciones o ante esas personas que has etiquetado. O incluso, qué excepciones conoces de las etiquetas que alguna vez hayas puesto.

Pesimismo

La mente, el cerebro, busca a toda costa tu protección, por lo tanto, todo lo que no sea normal, habitual… se convierte en una amenaza y ante una amenaza la mente te dice ¡cuidado, peligro! Es aquí donde aparecen miedos y si estos miedos no se controlan, pueden paralizarte (para supuestamente evitar lo peor que nos pueda pasar). El cerebro es tan cómodo que prefiere paralizarte, por miedo, a que actúes, por si te pasa algo malo.

Por alguna extraña razón, tendemos a imaginar una situación de la peor forma que podría suceder. De esta forma, ya estamos poniendo un freno a nuestra actitud ante un hecho determinado, que quizá se produzca o quizá no. Una proyección a futuro con pesimismo tiene un marcado impacto sobre nuestras emociones y derivado de esto, a nuestros estados de ánimo. Aquí aparecen los “¿… y si me pasa esto?”, “y si luego no sé hacerlo…”.

También es una trampa pesimista cuando te echas la culpa de algo (“todo ha sido por mi culpa”, “si lo hubiera hecho de otra manera no estaríamos así…”).

  • ¿Por qué razón tenemos tendencia a hablarnos internamente de la forma menos optimista?
  • ¿De qué forma hablarías a alguna persona cercana, a quien quieres infundir un ánimo optimista?
  • ¿Qué sucedería si te hablases a ti, infundiéndote optimismo, como lo harías con alguna persona cercana?

Suponer

Otra tendencia es a convertirte en vidente y en esta trampa puedes tener pensamientos del tipo: “como ha llegado tarde, estará de fiesta”, “me dijo que me llamaría y como no lo ha hecho, es que se ha olvidado”. 

Con esta trampa se trata de suponer lo que la otra persona hace y esta suposición, según tu interpretación, se convierte en tu realidad. Por eso es mejor preguntar en lugar de imaginar o suponer.

  • ¿Qué motivo te hace acudir a suposiciones? 
  • ¿Qué consecuencia podría tener una suposición sin más?

 

También podemos encontrar otros frenos a nuestra mente que actúan a modo de trampas:

  • Proyecciones, que es poner en los demás las conductas y actitudes que son propias de nosotros (“debería hacer eso…”, “cuando haga esto tendría que hacer lo otro…”). Cuando aplicas una proyección, piensas que todo el mundo debería actuar como lo haces tú, es tu única verdad.
  • Transferencias, que se producen cuando trasladas pautas y comportamientos que llevas anclados en tu interior desde la infancia, sin que necesariamente tengan que ser la mejor forma de actuar, pero como siempre se ha hecho así…
  • Introyecciones, que son creencias que tienes internamente asimiladas, que las has hecho creíble bien porque así lo hace tu entorno, porque las has visto en alguna persona que ha sido o es referente o porque lo has ido viendo y las tienes como verdades absolutas. Cuando aplicas una introyección, todo lo que no sea como lo tienes adquirido, no lo consideras como una verdad que debas tener en cuenta.

Todas estas trampas no son más que filtros que hacen que veas las diferentes situaciones de una forma parcial, por este motivo, en algunos momentos podrás verlo todo negativo y en otras situaciones podrás ver oportunidades.

Cuando estos filtros son muy potentes se pueden convertir en auténticas trampas, que nos ocultan parte de la información que facilitaría un análisis más real de una determinada situación. Es evidente que una situación es tal cual es y no se puede cambiar ni revertir, lo que sí puedes cambiar o adaptar es tu forma de encarar esta situación para hacerla más amable. Como dice el profesor Francisco Yuste, con su peculiar sentido del humor, se trata de agarrar la herramienta de dar la vuelta a las chuletas en una barbacoa, por el lado donde no nos vamos a quemar, en lugar de por la parte que está siempre junto al fuego.

Como ves, la forma de interpretar una realidad, depende en mucho, de las trampas que te quieras hacer, pues al fin y al cabo, estás “jugando al solitario”, de ti depende si te permites el auto-engaño.

(*) Información basada en Celia Antonini (autora del libro “Amo y esclavo de tus pensamientos), Pilar Jericó (consultora, profesora de escuelas de negocio y conferenciante) y Francisco Yuste (coach profesional, doctor en psicología y profesor de inteligencia emocional y coaching, además es autor de libros de coaching personal y ejecutivo).

Imagen del autor

Seby García

Mi nombre es Seby García, de mí han dicho que soy decidido, coherente y honesto en los proyectos que emprendo. Soy positivo ante las adversidades y con un gran sentido del humor, cualidad que valoro mucho en los demás. Además agradezco las experiencias vividas pues todas ellas me han ayudado a ser como ahora soy.

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