Miedo a los cambios, miedo a todo lo que pueda suponer romper una rutina. Miedo a eso que llamamos «salir de la zona de confort» aunque lo que suponga, sea ampliar esta zona de confort… ¿te ha pasado esto alguna vez?
Es indispensable hacerse responsable de los temores y de los cambios que estos van a producir, de lo contrario correremos el riesgo de quedarnos anclados y que esta inmovilidad nos acabe perjudicando. Qué podemos hacer.
Lo primer que hay que hacer es reconocer el cambio y no negarlo cuando ya lo tenemos encima pues cuando lo reconocemos, estamos dando el primer paso para controlarnos y tener un cambio (con sus temores incluidos) controlado.
Seamos conscientes de los temores
Escribe en una lista todo lo que temes con el cambio que se va a producir y al lado escribe cómo actuarías si ese temor se hiciera realidad. Esto se convertirá en un plan de acción de deberías poner en marcha cuando pasen todas las cosas que prevés puedan pasar. Ahora bien ¿cuántas veces has pensado que podría pasar lo peor y luego no ha pasado nada? Para curarte en salud, haz la tarea.
Acepta lo que sientes y si es necesario busca apoyo
Debemos aceptar que tendremos sentimientos de incomodidad y de inseguridad. Esto sucede no solamente cuando cambiamos de trabajo, también cuando nos despiden o cuando nos cambian de departamento o nos ascienden. Es bueno compartir lo que sentimos con otras personas y verbalizar los sentimientos pues por ahí también nos tranquilizamos y recibimos consejos que nos hacen serenarnos y ver otros puntos de vista.
Administra tu tiempo
Cuando tenemos preocupaciones y nuestro estado de ánimo no es bueno queda afectada la productividad y de ahí acaba derivando a una baja moral o incluso baja autoestima. Centra tus esfuerzos en lo que es importante en cada momento, pues te ayudará a sobreponerte y a tomar impulso. Controla los momentos duros y pon límite («voy a dedicar 10 minutos a quejarme, a pensar que todo lo malo lo tengo yo…» pero ni uno más ni uno menos, 10 minutos de cronómetro).
Comunicación
Cuando no hay comunicación, los espacios se llenan inmediatamente por los rumores. Si se comunican los temores a los jefes y compañeros de trabajo, dichos temores podrán abordarse de manera calmada y seguramente la información que se aporte, servirá para tranquilizar y sobre todo evitar la temida incertidumbre.
Actitud positiva
La ansiedad y los temores son el resultado de cómo vemos el cambio y si el cambio lo vemos de forma negativa, aparecerá el miedo y la ansiedad. Es un círculo vicioso.
Es aquí donde podríamos hacer preguntas del tipo ¿Cómo lidiamos con el cambio en una situación de temor que tuvimos hace años? ¿Cuantos de aquellos temores se cumplieron? ¿Qué tipo de apoyo busqué? ¿Qué me sirvió de ayuda en aquellos momentos y qué repetiría y qué evitaría en otra ocasión?
Adaptación e implicación en el cambio
El ser humano, por naturaleza tiende a resistirse al cambio, adaptándose al final, aunque nos tome su tiempo. La comodidad tras los cambios no será inmediata y menos si nos negamos al cambio. Lo más recomendable es adaptarnos poco a poco y asumir que el cambio traerá una nueva zona confortable donde seguro vamos a tener mucho que aprender y donde nos sentiremos más vivos en esta nueva etapa de aprendizaje.
Además muéstrate implicado en el cambio aportando ideas y dando a conocer el valor que aportamos a la organización, a la nueva estructura. Cuando nos mezclemos con los nuevos cambios y nos hagamos partícipes de los mismos, el cambio también será una obra nuestra.