Te voy a contar un pequeño cuento, que encierra una interesante enseñanza:
Érase una vez, en un reino muy lejano, un leñador al que un buen día encargaron talar todos los árboles de un bosque para construir una nueva flota. Una vez ahí, el leñador se puso a trabajar frenéticamente con su hacha talando un árbol tras otro. Semana tras semana, sopló y resopló mientras cortaba los árboles, deteniéndose solo de vez en cuando para secarse el sudor y tomar algún bocado. Un buen día llegó una anciana y se puso a observarlo en silencio.
¿Qué quieres, vieja bruja? – gruñó el leñador.
¿Por qué trabajas tan duro? – le preguntó ella – ¿No sería más rápido y sencillo tu trabajo si afilases el hacha?
¡No digas tonterías! – replicó el leñador – ¿No ves los árboles que me quedan todavía por cortar? ¿Crees que tengo tiempo para parar a afilar?
¿Cuántas veces te has comportado como este leñador? El ajetreo diario nos satura, la carga de trabajo crece y las exigencias del jefe también cada día más… Estamos tan ocupados que no nos permitimos ni un momento de descanso. ¿Crees que tengo tiempo para eso? Y yo te respondo, ¿cuáles son tus prioridades?
El cuerpo tiene sus necesidades y el descanso es una de ellas. No hablemos ya de dormir 8 horas y alimentarse de forma equilibrada. Centrémonos en algo más sencillo de conseguir: disfrutar de un auténtico break. Un verdadero instante de desconexión que nos recargue las pilas.
Meditar es para la mente como ir al gimnasio para el cuerpo. Si vas una vez al mes, tus músculos sólo tendrán si acaso agujetas, pero si quieres verlos tonificados, deberás practicar con más regularidad. Igualmente los beneficios de la meditación requieren su tiempo.
Numerosos estudios científicos revelan que el cerebro humano es capaz de cambiar; lo llaman #neuroplasticidad. Y cada uno de nosotros podemos entrenar nuestro cerebro para que aprenda a relajarse.
Podemos empezar introduciendo en nuestra rutina cotidiana unos minutos mindfulness con algunos de estos sencillos ejercicios. Al principio notarás resistencia, quizás ansiedad, pensamientos de «estoy perdiendo el tiempo, con todo lo que tengo por hacer»… pero no te castigues a ti mismo y sigue practicando.
No luches contra tus resistencias, sencillamente obsérvalas, compréndelas y déjalas ir… Te prometo que poco a poco irán desapareciendo y aprenderás mucho sobre ti mismo.
Un ejercicio magnífico para liberarse es tomarse al menos cinco minutos de silencio observando el cielo. Simplemente contempla las nubes pasar, los diferentes matices de la naturaleza a tu alrededor… Dedícate sólo a respirar mirando al cielo.
Un truco para aumentar la sensación de desconexión es ponerte una alarma que te avise al cabo de los 5 o 10 o 15 minutos que hayas decidido practicar. Así te permites olvidarte del reloj y centrarte sólo en el #momentopresente.
O quizás prefieras un ejercicio de «interior», como por ejemplo, poner un cazo con agua al fuego y simplemente observar cómo va cambiando el agua hasta que rompe a hervir. Contempla cómo poco a poco, muy lentamente, van saliendo burbujitas del fondo del cazo y van ascendiendo. Tú decides.
Lo importante es que lo incluyas en tu rutina, uno o dos días a la semana, para darle continuidad. ¿Te parece muy complicado? Te invito a que lo pruebes durante unas tres o cuatro semanas y ya me contarás. La vida es un regalo y sería maravilloso que pudiésemos sentirlo así cada día, al menos un minuto.
Este artículo está escrito por Inmaculada Romero Romero, coach personal.