De vez en cuando no está de más, recordar conceptos sencillos para organizar o re-organizar a nuestro equipo de trabajo. Organizar un equipo es responsabilidad del líder y una de las características que tiene que tener todo líder es la humildad por lo que revisar conceptos básicos, no viene mal. ¿Empezamos?
Los consejos son muy sencillos, vamos a ello.
Planificar.
Debemos tener muy claro el plan de trabajo, esto es, con qué recursos contamos, qué objetivo tenemos o qué objetivo nos marca la estrategia de la empresa y qué tareas debemos desarrollar y en qué plazo.
Cuando tenemos claro estos conceptos, es fácil que se genere confianza en nuestro equipo, al fin y al cabo, muchas veces los líderes absorben la incertidumbre de los demás y sin confianza y sin que las persona que están trabajando con nosotros sepan que tenemos claro lo qué hacer, difícilmente vamos a progresar.
Además de la confianza, que se basa en el control de la situación es más que recomendable que exista una fluida comunicación con nuestra gente. Nuestro equipo debe conocer porqué hace tal o cual cosa pues de esta manera la implicación será mucho mayor.
Organizar.
Una vez que hemos definido nuestros objetivos debemos planificar (siempre planificando) el calendario de actuación. Esto es, definir el calendario de actuación, qué recursos tenemos para cada una de las acciones, quién es el responsable de cada momento en cada actuación, de qué forma vamos a emprender cada acción…
La experiencia siempre es una gran ayuda, pero yo siempre recomiendo que los planes de acción deben escribirse con tanto detalle como sea posible.
Ejecutar.
Hay que ponerse en marcha para que todo lo que hemos organizado y programado sobre el papel, empiece a funcionar en la realidad.
Debemos tener mecanismos de control para comprobar que los plazos se cubren correctamente y que todo se hace conforme lo hemos planeado. Cuando se está ejecutando lo que hemos planeado el líder debe tomar decisiones si aparecen cosas no previstas, motivar al equipo para que se mantenga en línea de lo que hemos planificado y gestionar los conflictos que puedan surgir durante el desarrollo de la actividad.
Evaluar.
Una vez se haya desarrollado el plan previsto, debemos evaluar los resultados del mismo y poner en común dónde hemos visto problemas y cómo deberemos solucionarlos para la próxima vez.
Aquí también es donde debemos felicitar o corregir a los miembros del equipo. Lo primero para motivar a quien se ha esmerado en el cumplimiento de la misión y lo segundo (corregir) para manifestar que hay que hacerlo según lo previsto y para que el resto sepa que el incumplimiento genera sanción.