Una visión del futuro no muy clara es lo que conocemos como incertidumbre. Administrar el futuro es una tarea compleja si no se disponen de las capacidades adecuadas, realmente es algo que estamos haciendo constantemente, pero cuando las decisiones y sus consecuencias afectan a más personas o a procesos donde la responsabilidad es grande, la incertidumbre puede ahogarnos.
Considero que la incertidumbre está ligada íntimamente a la resistencia al cambio y debemos tener muy presente que el cambio es la norma, mientras que la estabilidad es la excepción. En procesos de consultoría ejecutiva, la gestión de la incertidumbre la trabajo en muchas ocasiones como una resistencia al cambio y también potenciando las fortalezas personales.
Como primer consejo, es recomendable que se aumente la capacidad de obtener información y el tratamiento de la misma. La organizaciones y sus responsables deben estar adaptados y en alerta a entornos cambiantes, donde las decisiones han de ser tomadas en muchos casos a la velocidad del pensamiento y para esto hay que prever lo que viene.
Una vez tengamos la información adecuada debemos encajarla en la situación actual, en el estado en el que nos encontramos en el momento en el que la incertidumbre nos impide avanzar. Podríamos plantearnos las siguientes cuestiones: qué podemos hacer nuevo, con qué nuevos elementos contamos para llegar a nuestro objetivo, qué adaptaciones en la organización, sus personas y por supuesto en nosotros mismos debemos hacer ante esta nueva (¿nueva?) información. Esto no es más que un proceso de análisis.
Con la base de este proceso de análisis, deberemos diseñar la estrategia nueva y visualizar la nueva realidad que tendremos, así como establecer una relación de posibles consecuencias (analizar e incluso escribir las posibles consecuencias nos puede tranquilizar). Realmente la gestión de la incertidumbre está en la adecuada gestión de los procesos que hemos de llevara cabo para llegar al destino final. Un análisis de los pasos intermedios es de vital importancia pues de este análisis podremos ver si hay algún punto que debemos desarrollar o algún elementos que debemos prestar atención, muy probablemente lleguemos a la conclusión que debemos aumentar las relaciones y los vínculos de los recursos humanos implicados en el proceso.
El cambio es lo único permanente, no podemos ver una organización ni por supuesto la propia vida como una foto fija. Las personas, los elementos y las relaciones entre las personas y de éstas con los elementos cambian, por lo tanto debemos anticiparnos a estos cambios o saber adaptarnos a los mismos. Con esto no hay un control total de todo, ni podemos decir que nunca vayamos a temer a la incertidumbre, de hecho esta falta de certidumbre puede provocarnos una pequeña dosis de estrés bueno que nos motive a este cambio tomándolo como un reto, de lo contrario la incertidumbre nos controlará.
No se puede predecir todo en una sociedad donde la información circula mayormente por la red y donde mucha de la comunicación entre las personas, circula por sistemas de comunicación que de forma inmediata enlazan con personas a miles de kilómetros; todo esto revoluciona los patrones estáticos. La sociedad del XXI es ágil, dinámica y cambiante y no podemos enfrentamos a ella como se hacía en el siglo XX.