En el mundo empresarial se habla continuamente de esfuerzo, superación, retos, objetivos… y es lógico porque el fin de la empresa es obtener resultados que le permitan seguir en marcha, produciendo de tal forma que le permita tener los suficientes ingresos para sobrevivir y crecer. Sin embargo no se habla habitualmente de éxito, y lo que es peor, pocas veces se habla de celebrar los éxitos, por pequeños que sean, cuando se alcanzan las metas que se han establecido.
La celebración de un logro conseguido implica a todas las personas y se tiene como un triunfo y una manera de reconocer el esfuerzo.
Aunque es algo que tenemos muy claro, me permito recordar qué sucede cuando celebramos un éxito, por pequeño que sea:
Esto funciona.
Cuando celebramos el éxito, nos estamos diciendo que lo que hemos hecho ha tenido su fruto y que ha funcionado, que el esfuerzo de planificación, organización, ejecución… ha tenido un efecto positivo. Estamos diciendo que lo hemos hecho bien y que estamos capacitados para este reto o y seguramente para otros que nos puedan proponer. También de forma indirecta, nos estamos diciendo que los objetivos de la empresa son los adecuados y que nosotros somos capaces de ponerlos en marcha, en definitiva, que somos capaces y que nuestra actitud es la adecuada.
Motivamos a nuestro equipo.
Con la celebración de los éxitos, estamos trasladando y reconociendo a nuestra gente que lo hemos hecho bien y que además este esfuerzo está siendo valorado. Este hecho sirve también para unir al equipo con un objetivo común y de forma derivada está transmitiendo la idea que es posible de tener más éxitos si estamos unidos. Esto se traduce también en transmitir una idea de equipo ganador y de fijarse en lo positivo.
Se puede avanzar y logar más.
Cuando hemos alcanzado un logro, estamos diciéndonos que podemos alcanzar un logro mucho mayor si nos lo proponemos. Es bueno echar la mirada atrás para ver las dificultades que hemos atravesado y que nos han conducido al punto de éxito en el que nos encontramos. Nuestra meta puede ir a un objetivo más lejano y que podemos luchar por él pues la celebración lo que nos da es eso, empoderamiento y razones para creer en nosotros.
Recompensar a los implicados.
La celebración es un premio a quien ha estado implicado en el proyecto. Este es un punto fundamental, el reconocimiento a quien ha tenido un esfuerzo que ha conducido al éxito. Es una actitud que motiva y que pone como ejemplo a quien lo ha hecho bien y ha permitido que la empresa avance y que los objetivos se cumplan.
Se mantiene el liderazgo.
Cuando el líder del equipo es quien organiza y permite la celebración del éxito, aumenta su vinculación con su equipo y esto hace que exista una mayor implicación del equipo con su jefe o con su responsable.