Cuándo NO a un proceso de coaching

Los procesos de coaching parecen estar de moda y también parece que el coaching lo puede arreglar todo y que unas sesiones de coaching ejecutivo o personal pueden ser la solución a muchos problemas que ayuden a directivos a tener un mejor desempeño o a cualquier persona a dar un nuevo enfoque a algún aspecto de su vida; esto no es siempre así. El coaching no es la receta definitiva, no es un milagro y seria una pena que quien se llama coach, acepte sesiones de coaching para tratar a personas que se niega y que además no está en disposición de aprovecharlas.

En qué casos una persona no está lista para el coaching:

1. Cuando solamente ve los problemas fuera de sí.

Personalmente me he encontrado a personas que no han querido admitir que parte de su «problema» puede nacer de su propia actitud, si no es posible cambiar este enfoque (nunca es fácil) es imposible que el proceso de coaching sea exitoso. Es fácil encontrarse con excusas de todo tipo a la hora de hacer las sesiones de un proceso de coaching, lo normal es que la culpa la tengan los demás, el jefe, el equipo… seguramente mucha culpa de lo que pueda estar pasando está ahí, pero hay que buscar qué podemos hacer para que esto no pase o para minimizar los efectos cuando aquello suceda. Cuando falta un mínimo de autocrítica, el proceso se hace tremendamente complicado (aunque no imposible) porque el cliente solamente se fija en los comportamientos de los demás y nada en los propios, que en muchos casos son los que hay que cambiar.

 

2. No hay disciplina en la agenda.

Hay ejecutivos, sobre todo pasa en este colectivo, que son conscientes de la necesidad de apoyo a través de un proceso de coaching, saben que es necesario y están dispuestos a llevarlo a cabo, pero no encuentran el tiempo, el momento oportuno o cambian las sesiones continuamente cancelando unas, interrumpiendo otras con llamadas de teléfono… no hay espacio en su mente para el coaching. Me ha pasado en alguna ocasión que me han cambiado las sesiones de hora, de día… haciéndome casi imposible organizar mi agenda, esto me ha obligado a dar un toque de atención al cliente, para indicarle que si no hay compromiso serio, no puede seguirse con el proceso, tengo que decir que siempre se ha corregido posteriormente. Lo mismo hago con el teléfono móvil, considero que debe estar en silencio.

 

3. Se generaliza en el objetivo (muchas metas, muchas cosas por tratar…).

Quienes actúan así, realmente son personas que quieren cambiar sus comportamientos, pero no sus creencias, siguen actuando igual que lo hacen siempre sin someterse a la «disciplina» de las sesiones de coaching. Creen que el coaching es como una medicina, como quien toma una pastilla y a las pocas semanas ya no le va a doler la cabeza, si esta era su dolencia. Esta forma de actuar, además puede crear frustración en cuanto el coach le haga ver su falta de concentración. Además el objetivo, la meta debe ser medible, específica, tangible y alcanzable y desde luego no genérica, no se trata de de querer «arreglarse» en todos los aspectos con un solo proceso de coaching. Esto me ha sucedido con clientes que hacen procesos a indicación de sus empresas y ya aprovechan para hacerse una «puesta a punto general», en este caso invito cortésmente a centrar en un par de objetivos para a mitad del proceso centrarlo en el que el propio cliente ve como más necesario.

 

4. Cuando no encuentra el coach adecuado, todos los profesionales que se le presentan le parecen inapropiados.

Esto es normalmente una muestra de inseguridad, la incesante búsqueda del «coach perfecto» hace que sea imposible darse de bruces con el perfecto coach. Más bien lo que se está haciendo es evitar ese cara a cara que se produce entre coach y coachee. En mis sesiones de coaching, siempre pregunto al cliente por sus sensaciones, si está cómodo con mis preguntas, con mis actuaciones, con las tareas que mando hacer… con el objetivo de conseguir toda la confianza posible y además que haya un espacio de confort.

 

 

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Seby García

Mi nombre es Seby García, de mí han dicho que soy decidido, coherente y honesto en los proyectos que emprendo. Soy positivo ante las adversidades y con un gran sentido del humor, cualidad que valoro mucho en los demás. Además agradezco las experiencias vividas pues todas ellas me han ayudado a ser como ahora soy.

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