Hace poco tiempo, durante una sesión de coaching me dijo que estaba harto de los “mails” incendiarios que le mandaban y que esto le ponía de muy mal humor. Me pedía consejos para actuar. Si bien es verdad que no es mi tarea como consultor de ejecutivos aconsejar al cliente, si trabajé con él la forma de actuar ante una situación así (basándome en este caso en consejos de Harvard Business Review) y estas fueron las conclusiones:
1. No responder al correo.
No echar más leña al fuego pues esto no servirá más que para provocar un enfado mayor o una confusión que será más complicada de resolver.
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Propón una reunión.
Sugiere una fecha y una hora que sea adecuada para las dos partes y que la otra parte esté de acuerdo con ese día y esa hora. Si no es posible una cara a cara, al menos (aunque no es tan recomendable) pregunta cuándo podéis tener una conversación telefónica.
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Provoca un cara a cara.
Una reunión donde los dos se puedan observar es la mejor opción porque así se tienen matices que por correo-e o por teléfono no se perciben. Un gesto, el tono de voz, una expresión concreta… nos dará mucha información y nos ayudará a entender mejor a la otra parte (tratemos de entender a la otra parte).
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Muestra respeto.
Y el respeto aquí debe mostrarse tomando en cuenta la opinión de la otra parte, que pudiendo no coincidir con la nuestra si es la que nuestro oponente tiene y por el motivo que sea, percibe para dar una opinión.
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Busca un punto en común.
Para llegar a un principio de acuerdo, debes encontrar un punto en común, algo en lo que los dos estén de acuerdo. Quizá el primer acuerdo sea que no hay puntos en común pero que se interesan en buscarlo de tal forma que tras el diálogo el compromiso sea buscar soluciones y no buscar quién gana.
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Evita durante todo el proceso, hacer juicios.
Los juicios personalizan el problema y lo hacen subjetivo, por lo que perderás foco en los datos que permiten llegar a una solución.