El Camino de Santiago para un líder

He realizado el Camino de Santiago, por cuarta vez. Las tres veces anteriores he recorrido el camino francés (dos veces desde Ponferrada que son poco más de 200 km y una vez desde León, que son oficialmente 315 km). En esta cuarta ocasión he hecho completo el que se conoce como Camino Primitivo, que comienza en Oviedo y acaba, lógicamente en Santiago de Compostela. El Camino Primitivo es el primer camino históricamente documentado, pues es el que realizó el rey astur Alfonso II una vez se constató que la tumba descubierta en Compostela, era del apóstol Santiago. Es un recorrido que discurre mayormente por montañas entre Asturias y Galicia y que se considera duro, por lo que precisamente no es el recorrido más popular. Quizá sea por eso, todavía puede considerarse un camino “puro”, en el sentido que abundan los momentos de soledad, no se atraviesan muchos pueblos y no está turísticamente explotado como sucede con el último tramo del Camino Francés.

El Camino de Santiago no es solo una sucesión de amaneceres y paisajes bonitos. En el Camino, cada paso pesa. El Camino provoca cansancio y fatiga a todos, pero tan solo los que saben cuidar de la cabeza y los pies (sin que ese sea el orden preciso) llegarán bien al destino de la Plaza del Obradoiro, donde está la Catedral de Santiago.

El Camino de Santiago demuestra, que la voluntad de llegar es la prioridad y que no siempre el índice de motivación está al cien por cien. Tras varios días de camino, de subidas y bajadas y de llevar “tu vida” sobre tus hombros, la motivación baja y entonces es cuando hay que tirar de voluntad y disciplina para cumplir con lo que nos hemos comprometido. Imaginemos la voluntad y disciplina que tiene que tener quien tiene rozaduras o ampollas en los pies… la motivación tiene que ir a rastras de la voluntad y la disciplina, mientras que en una situación similar en nuestro día a día, nos quedaríamos todo el día con el pie en alto, esperando a que las heridas mejorasen.

En el Camino de Santiago somos todos iguales y el Camino trata a todos por igual, lo extraordinario, es que cada peregrino tiene la libertad de interpretar lo que vive en función de su situación y de “su momento”. Cada peregrino vive su camino de forma diferente al resto y eso hace todavía más extraordinaria una experiencia así.

Todo esto ha facilitado que haya podido reflexionar sobre lo que supone el Camino de Santiago en la enseñanza de un líder.

La meta es el propio Camino
Si bien el objetivo inicial de todo peregrino es llegar a Santiago, todos los que hemos repetido el camino, sabemos que realmente no es exactamente así. El momento de la llegada a la Plaza del Obradoiro está ya cargado de emoción acumulada por lo vivido, incluso de una nostalgia anticipada porque se acaban estos días que nos hemos dedicado, como si fuera un precioso regalo. Nuestro interior dice que no queremos que se acabe porque la vivencia durante el camino es tan intensa, que sabemos que es muy difícil de reemplazar, ni con la alegría de la llegada.

Sucede lo mismo en nuestra actividad profesional y personal, pues al final nos damos cuenta que lo importante no es a dónde llegamos sino de qué forma recorremos y cómo vivimos el camino que estamos andando. Es evidente que un camino realizado con satisfacción y vivido día a día, llevará a una meta que se ha visualizado y que en principio se planteó como objetivo.

¿Cómo vives tu “camino personal” y tu “camino profesional”?

El peso de la mochila depende de ti
En el Camino el peso que llevas encima depende mucho de tomar decisiones. Cuando estamos en casa preparando todo, creemos que es necesario llevar muchas cosas en la mochila, por si hicieran falta durante todos los días que estaremos por ahí y verdaderamente hacen falta muy pocas, pues incluso el Camino aporta más de lo que necesitamos en todos los aspectos. Hay quien se excede en la ropa que lleva, en accesorios innecesarios para ir caminando. Si llevas mucha ropa, llevarás más peso y si lo haces para evitar lavar ropa por ahí, llevarás ropa sucia sobre tus hombros (algo realmente inútil si lo haces muchos días seguidos).

¿Cuánta “ropa sucia” llevas en tu “mochila” del día a día? Quizá sea mejor llevar lo indispensable y la “ropa sucia” justa para no portar peso de más, en tus tareas habituales. La ropa limpia y la justa. La ropa sucia además es un peso inútil que no aporta nada.

Se disfruta lo que se camina
Cuando vas de peregrino, raramente miras atrás el camino recorrido. Es más, hay veces que no recuerdas el nombre del último sitio por el que has pasado, porque vas centrado en el presente, en lo que vas caminando y con la vista puesta en unos metros más allá y poco más. De ese modo, es fácil disfrutar lo que se camina, se vive muy en el ahora y poco o nada en al pasado y muy poco en el futuro próximo. El futuro se limita a pensar dónde parar a beber un poco de agua, tomar algo que aporte energía para seguir y llegar a un lugar donde poder descansar (ducha, cama, algo de comer, charla con otros peregrinos y nada más). El ahora es la foto que haces del paisaje del que sin ser consciente de ello, formas parte. El ahora es la sensación de calor o frío, de viento, del rozar de ramas de vegetación que sientes al caminar.

Por eso es imposible que entre los peregrinos surjan sentimientos de ansiedad por lo que podría pasar… porque se vive el presente, se disfruta lo que se ve y si las condiciones del terreno (o de los pies) no es la más favorable, se va paso a paso, sabiendo que tras una dura pendiente, siempre aparecen tramos llanos o bajadas relajantes.

¿Cuántas veces te has agobiado por el qué pasará, sin vivir el momento actual? ¿Cuántas veces lo malo que pensabas podría suceder, no ha sucedido, no ha sido tanto como pensabas o lo has superado?
¿Qué te aporta pre-ocuparte por el futuro de la forma en la que lo haces?

Humildad y austeridad
Recuerdo mi primer Camino, que defino como el camino del “ego”. Mis pies sufrieron mucho (y yo con ellos) porque mi obsesión por llegar a Santiago y mis ganas de caminar, se olvidaron de algo tan sencillo y humilde como mies pies. No presté la debida atención a mis pies y sufrieron lo indecible (y yo con ellos). Mis piernas y mi cabeza tuvieron que doblegarse a las enormes ampollas que sufrí por la falta de atención a mis pies. Al final es el Camino quien te marca el ritmo y no tu obsesión por caminar, por seguir, por llegar. Lo importante es el Camino y no la meta.

El Camino enseña humildad, enseña el valor de lo pequeño, de lo que es importante para la gente que vive en esas pequeñas aldeas por las que pasas, algunas de ellas con más ganado que personas. El Camino es una lección de humildad que si no la llevas puesta, te la va a enseñar de tal forma, que la vas a recordar. Esto es seguro.

El Camino es austeridad, porque descubres, por ejemplo, que una buena roca es más que suficiente para que sea tu silla durante esos 10 minutos de descanso, o que tu cantimplora es muy importante (y su peso cuando está llena) porque pasas por sitios donde es complicado hacerse con agua potable. Austeridad cuando valoras unos frutos secos, unas barritas de cereales como aporte de energía mientras caminas. Austeridad y también humildad, cuando parte de tu intimidad la pierdes, pues llegas a un albergue y duermes en una litera en un sitio donde la inmensa mayoría de las personas son totalmente desconocidas, pero ese colchón que te va a acoger durante una noche es lo mejor que tienes. En una situación así, no hay más remedio que adaptarse a la situación, que supone un cambio radical para todos los que estamos ahí. Una situación así, es una experiencia que recomiendo vivir, pues la vida es cambio: lo único permanente en la vida es el cambio.

La humildad es necesaria para todo líder. Un líder debe mirar por lo grande, por supuesto y nunca dejar de mirar por lo pequeño, sea propio o de los demás. Las ampollas y rozaduras de los pies tienen una cura más o menos rápida, pero las de un equipo de trabajo o la de tu relación con alguien, son más complicadas de curar.

Tu punto de vista es uno más
En el Camino se comparte. Es una de las cosas que más me gustan del Camino de Santiago. Coincides con personas de todo tipo, de muchos sitios y de diferentes culturas y educación; la diversidad se palpa continuamente, una diversidad que enriquece. Todo esto supone una magnífica lección de vidas, de puntos de vista y de opiniones que son ciertas para quien las emite y no tienen por qué ser compartidas por los demás o no por todos los demás. La diversidad existe, la diversidad es importante y no hay una única verdad.

Te das cuenta que los puntos de vista de otras personas son ciertos y válidos para esas personas. Son puntos de vista que presiden sus vidas, que viven conforme a sus valores y creencias y que además tienen formas de actuar diferentes a las tuyas.

Cada peregrino tiene un punto de vista que es válido para esa persona y tan solo tienes el “derecho” a dar tu opinión por si alguien la quiere tomar en consideración, de la misma forma que lo que otros dicen también puede acabar calando en ti.

La humildad debe ser cualidad esencial en un líder, es la única forma de crecimiento y apertura hacia los demás. Es un síntoma de grandeza, saber que hay otros puntos de vista que deben ser tenidos en cuenta y por qué no, saber aceptar.

¿Cómo te sientes cuando otros opinan diferente a ti?

La soledad te enseña
Creo que la mejor forma de hacer el Camino de Santiago es en soledad, paradójicamente es la mejor forma de conocer a mucha gente. Además te garantizo que no vas a estar en soledad en ningún momento salvo en los momentos que decidas. Quizá hacerlo en pareja pueda ser una buena opción también, pero siempre dejando abiertas las puertas a otras personas y abriéndose a los demás. Los grupos grandes pueden ser divertidos, pero tiene en su contra que se cierran en sí mismos.

La soledad tiene la manía de hablarte, a veces más de lo debido, por lo que te asalta con pensamientos que creías tenías aparcados. Muchas veces estos pensamientos se anclan a tu cabeza durante kilómetros y en un momento como haciendo un “click” aparece un nuevo punto de vista sobre ese tema. Claro, de ahí se pasa a otro tema nuevo o simplemente te pones a observar el camino, los árboles… la naturaleza que se presenta ante tus ojos. Eso es algo de lo que se entiende como “la magia del Camino”. Todo lo que piensas y sus distintos enfoques están en ti, pero en otra circunstancia te niegas a pensar o ni siquiera le das tiempo a tu cabeza para que lo piense, de tan ocupado que estás. El Camino obra la magia que llevas dentro.

Compartes emociones
El Camino te ofrece un anonimato extraordinario. He sido testigo de historias maravillosas, contadas con una emoción contagiosa, de situaciones personales compartidas por personas que no conocía y que seguramente no volveré a ver. Cuando se comparten emociones, se comparte mucha vida y eso une. Sería imposible contar tantas cosas a alguien que conoces en un bar a las pocas horas de haber iniciado una conversación, sin embargo en el Camino estas cosas pasan.

Compartes y te preocupas por los demás y los demás por ti. Te preocupas por alguien que has conocido y ves que tarda en llegar al albergue donde habíais previsto llegar y preguntas a otros si se han encontrado por ahí. Te preocupas por alguien que ves va caminando con dificultad o que se ha detenido por algo… el Camino une personas.

Durante el Camino, las emociones es fácil que estén a flor de piel. La sinceridad de los momentos, el esfuerzo compartido, el entrañable saludo de “buen camino” entre personas tan distintas, el entorno natural que tantas sensaciones positivas provoca… todo ayuda a ese ambiente que tanto aporta a sentirse mejor a lo largo de cada etapa.

Sin lugar a duda, hacer el Camino de Santiago es una experiencia que recomiendo vivir. Hay quien dice que “te cambia la vida” y no estoy de acuerdo con esto, sería demasiado pretencioso que un recorrido hacia la tumba del apóstol Santiago fuera tan milagroso. Pero lo que sí puedo decir, es que es un encuentro con uno mismo en un lugar diferente al que tienes siempre. Que vas a coincidir con personas estupendas con las que tienes mucho en común y que la suma de todo eso, te va a facilitar muchas reflexiones que en tu casa no se producen.

Buen Camino o como decían los antiguos peregrinos “Ultreia et Suseia”

Imagen del autor

Seby García

Mi nombre es Seby García, de mí han dicho que soy decidido, coherente y honesto en los proyectos que emprendo. Soy positivo ante las adversidades y con un gran sentido del humor, cualidad que valoro mucho en los demás. Además agradezco las experiencias vividas pues todas ellas me han ayudado a ser como ahora soy.

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