El arte de la delegación es tan útil que puede considerarse como la única forma de hacer todo lo que tenemos que hacer (lo dice Stephen Covey en su libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva»). La delegación va íntimamente ligada a la gestión del tiempo y en saber a quién delegamos.
Cuando somos capaces de delegar la tarea correcta en la persona indicada se potencia la productividad, pero eso no es tarea fácil, te invito a que te hagas estas preguntas:
- ¿tienes la persona correcta?
- ¿sabes qué puedes delegar?
- ¿sabes cuánto vale tu tiempo para desempeñar tal o cual tarea?
- Y la pregunta principal ¿estás dispuesto a delegar sin que resulte dañado tu ego?
Hay una parte importante de ego a la hora de delegar, pues hay quien piensa que delegando se pierde poder o capacidad de influencia, cuando realmente puede ser todo lo contrario, el ego es un estorbo si quieres delegar con eficacia. Por otro lado en otras ocasiones, no estamos dispuestos a esa inversión de tiempo que supone enseñar a otras personas a que hagan tareas que seguro pueden ser un reto para ellas y una tarea que nos resta eficacia a nosotros. Delegando correctamente somos más eficaces y nuestra empresa es más productiva.
Te ofrezco estos consejos que he podido observar a lo largo de mi experiencia profesional y que son compartido por otros colegas dedicados a la consultoría y coaching ejecutivo:
Se delega lo correcto. Cuando hay un asunto muy importante y vital para el proyecto, no se delega. Delega tareas que pueden ser un reto para otras personas pero que para ti suponen una tarea que no te suma en tu proyecto principal. Además, también delega tareas que no te gusta hacer y que las puede hacer otra persona sin problemas.
Elige a quien asignar la delegación. La persona en la que delegues debe tener no solo el conocimiento sino la capacidad para poder llevar a cabo la tarea asignada sin problemas. Además debemos ser consciente que a quien delegamos algo, dispone del tiempo adecuado para realizar lo que hemos encargado, pues de lo contrario más que delegar, sería “endosar” algo que simplemente no queremos hacer.
Define concretamente la tarea. Sobre todo hay que decir qué se pretende, cuál es el para qué de la tarea y si fuera algo que no se ha hecho nunca, explicarlo paso a paso, con detalle. El tiempo invertido en explicar cómo ha de hacerse la tarea, si hay dudas, es clave del éxito de la delegación.
Toda tarea tiene que tener un seguimiento. Este debe hacerse bien por la fecha de entrega de la tarea o por el nivel de ejecución. Cuando se delega hay que controlar, la persona que lleva la delegación también se sentirá apoyada y esto hará que su responsabilidad y su compromiso sea mayor.
Agradece siempre. Si delegamos debemos agradecer, sugerir mejorar o pedir qué puede hacerse para que el trabajo se haga mejor y más adecuado a quien a partir de ahora lo va a realizar.
¿Verdad que actuando así es todo más fácil?